martes, 30 de noviembre de 2010
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La Laurentina
Las velas (sobre Cantiga de Santa María nº 180) - Empleo "carrillón de martillo"
La Laurentina puede rivalizar en importancia con los más de 150 códices de la Real Colegiata de San
Isidoro, algunos insuperables como los Morales de Job del 951, la
Biblia mozárabe del 960 o la Biblia románica de 1162; pero también con
las inigualables joyas que guarda el Tesoro de la Real Basílica: el
Cáliz de ágata de Dª. Urraca, el Arca de la reliquias de San Isidoro, la
Arqueta de marfiles de San Pelayo, la Arqueta de los esmaltes, el
espléndido Pendón de Baeza realizado en tafetán carmesí del s. XII, o
con el crucifijo de Fernando I, expoliado en el siglo XIX y actualmente
en el Museo Arqueológico Nacional.
La campana de San Lorenzo o Laurentina es prácticamente desconocida, a pesar de ser considerada la campana más antigua de España y una de las más
antiguas de Europa. Existe otra pieza en el Museo de Córdoba de fecha
anterior (año 930), pero se trata de una pequeña campanilla votiva (21 x
30 cm.) donada al Monasterio de San Sebastián del Monte, en plena
sierra cordobesa.
Sin
embargo, la campana de San Lorenzo, fundida en 1086, el mismo año en el
que Alfonso VI de León es derrotado en Sagrajas por las tropas
almorávides de Yusuf, es ya una campana de significativas medidas para
la época: 57 cm de diámetro, 1,75 metros de circunferencia y
aproximadamente 80 kg. En una época (finales del XI) de
construcción-remodelación de la iglesia y su Panteón Real, su destino
sería la torre del templo con el objeto de ser oída en toda la ciudad, y
no simplemente para ser utilizada en los actos litúrgicos del interior.
Esta última, sería la función de la pieza cordobesa que, curiosamente,
es idéntica a la que porta uno de los ovinos reflejados en la "Anunciación a los pastores" del propio Panteón Real de San Isidoro.
La
utilización de las campanas para comunicar cualquier tipo de
acontecimiento viene de antiguo, pero en las iglesias cristianas
comenzaron a usarse tardíamente. En los primeros siglos, los anuncios y
las llamadas se hacían de puerta en puerta por medio de los “cursores”,
diáconos dispuestos para esta ocupación. Más adelante, se usaron
objetos de madera o platillos de metal, que se golpeaban unos con otros,
pero también trompas o bocinas.
En sus inicios son denominadas “signum” (en
el epígrafe de la campana leonesa se la designa así), comenzando a
fundirse las de mejor calidad y tamaño en la región italiana de Campania
en el siglo VII, de ahí el origen posterior de su nombre. También se
las conocen con el nombre de “nolas”, debido a que la ciudad de
Nola es la capital de la Campania, si bien este apelativo queda con el
tiempo para designar las de pequeño tamaño: campanilla, esquila, codón,
etc., que se utilizaban en el coro, refectorios, instrumentos o actos
litúrgicos.
En las iglesias antiguas y en las de nueva construcción, se impone la edificación de torres con el fin
de instalar las campanas para que su sonido, gracias a la altura,
llegara lo más lejos posible, convirtiéndose, de alguna manera, en el
medio de comunicación tradicional que el pueblo escucha y sabe
interpretar. Marcan el tiempo de la colectividad e identifica el lugar
donde suceden asuntos importantes, tanto religiosos como civiles.
Estas
torres imitan en altura a los minaretes de las mezquitas, y las
campanas a la voz del almuédano convocando al pueblo a la oración. Pero
los musulmanes siempre fueron contrarios a su uso al pensar que su
tañido asusta a los espíritus vagabundos e interrumpe el descanso de las
almas. En su expansión militar, hicieron enmudecer las campanas que
había en los territorios ocupados, bajándolas de las torres y
utilizándolas como lámparas o adornos en sus mezquitas y palacios.
Conocida es la historia de las campanas de Santiago de Compostela, que
desmontadas por Almanzor en la
invasión del año 997, las trasladó a la mezquita de Córdoba a hombros
de esclavos cristianos; Fernando III las recuperó en su conquista de
1236, y las devolvió, esta vez a hombros de musulmanes, a la catedral de
Santiago.
Según
va avanzando la Reconquista, las campanas se multiplican en la España
cristiana, y entre los siglos XV y XVI se funden las mejores campanas de
bronce (80% de cobre y 20% de estaño), muchas de las cuales aun siguen
sonando espléndidamente. Actualmente, y
siguiendo al experto valenciano Frances Llop, existen 150.000 campanas
censadas en la Península, de las que 1077 están ancladas en las 94
catedrales españolas.
Como curiosidades, Llop señala que la más antigua en funcionamiento es la “Wamba”, que suena en la catedral de San Salvador de Oviedo nada menos que desde 1219; la segunda más antigua es “María Caterina”,
que está ubicada y funcionando desde el año 1305 en la torre del
Miguelete de la catedral de Valencia. La catedral que posee más campanas
es la de Málaga, con 37 piezas, y la más grande, con 2,90 metros de
diámetro y 7500 kg. de peso, es “La Gorda” en la catedral de
Toledo, fundida en 1753; según se decía, su potente tañido hacía abortar
a las embarazadas y, en algunos días, podía oirse desde Madrid.
Pero existen otras anécdotas, como la condena a muerte que sufrió "Honorata",
la campana de la Catedral de Barcelona que en 1714, tras el sitio de la
ciudad, fue sentenciada por Felipe V que ordenó fuera ajusticiada por
haber tocado a rebato contra su ejército. Fue bajada de la torre, destrozada públicamente y fundida para hacer cañones.
En la catedral de Murcia se encuentra desde 1383, “La Mora”, llamada también de “Los Conjuros”.
Era costumbre que, desde mayo a septiembre, sonara todos los días a las
5 de la tarde con el fin de ahuyentar de la ciudad todo tipo de males:
riadas, epidemias, tormentas, etc. También se decía que su tañido servía
para "conjurar" a las nubes y hacer que descargaran su lluvia, siempre
muy escasa en la zona.
Pero
la campana más conocida por el suceso ampliamente divulgado en
literatura, teatro y pintura, es la legendaria “campana” de Huesca,
aquella en la que en el año 1136 el rey aragonés Ramiro II mandó colgar
como escarmiento las cabezas de los nobles rebeldes de la ciudad,
siguiendo los consejos del abad de San Juan de la Peña.
Como
ya hemos comentado, la campana leonesa de San Lorenzo mide de 57 cm. de
diámetro y pesa unos 80 kg.; tiene una bella forma de tulipán y su corona posee tres anillas, más grande y potente la central, y dos pequeñas foraminas triangulares,
llamadas "oídos": dos orificios para modificar y mejorar su sonoridad.
No obstante, una grieta importante impide su utilización a pesar de los
vastos intentos de soldadura que, en su momento, se realizaron para
solucionar su estado. A pesar del fracaso en el intento de
rehabilitación, no debe darse por perdida ya que la técnica actual
permite su restauración, pudiéndose recuperar totalmente sus valores
culturales, sonoros y sus toques tradicionales.
En
el círculo o anillo sonoro posee, muy bien grabada en escritura
visigótica, una inscripción de aproximadamente 3 cm. de altura entre dos
franjas con dos cordones incisos; se trata de una roboratio, denominada así porque da noticia significativa del donante que ofrece el objeto votivo:
+ INNME DNI OBHoNOREM SCI LªVRENTi ARCE DCNI RVDERICVS GVNDISaLBIZ HoC SiGNUM FiERI ISSIT INERA CXXIIII P T S
+ EN NOMBRE DEL SEÑOR. EN HONOR A SAN LORENZO EL ARCEDIANO RODRIGO GONZÁLEZ MANDÓ QUE SE HICIERA ESTA CAMPANA EN LA ERA DE 1124.
Hay que tener en cuenta en relación con la datación de la inscripción, que la “era hispánica”
llevaba 38 años de adelanto (fecha de referencia de la “pacificación
romana": 1 de enero del 38 a.C), usándose con normalidad este calendario
en documentos e inscripciones del s. III al s. XV en España y sur de
Francia. Teniendo en cuenta esta práctica, la leyenda de la campana que hace mención a “Era Centesima vigesima quarta post millesima” (INERA CXXIIII P T S), corresponde realmente al año 1086.
Como
señala la inscripción, la campana fue donada a finales del siglo XI por
un arcediano, principal dignatario del cabildo, en honor a San Lorenzo.
El arcediano Rodrigo González sería con seguridad el "padrino" en la
consagración y bautizo de su campana.
El
cáliz y las campanas son los únicos vasos litúrgicos que se consagran,
los demás únicamente se bendicen. La ceremonia de consagración de las
campanas, llena de simbolismo, se realiza en un bello ceremonial
protagonizado, generalmente, por el obispo.
La
campana se suspendía sobre el suelo en un acto solemne, donde
participaban los fieles y el clero. El padrino y la madrina, en su caso,
se situaban junto al obispo que rociaba la campana con agua bendita con
el fin de ahuyentar los demonios, alimañas, granizo, los rayos, etc.
Los diáconos la lavaban por dentro y por fuera también con agua bendita y
luego era cuidadosamente secada mientras se entonaban salmos.
El obispo se ponía debajo con el incensario inundando todo su interior,
mientras era uncida por dentro y fuera con los óleos sagrados. Los
padrinos debían elegir un nombre, por lo general correspondiente a un
santo, en este caso San Lorenzo, y el obispo se dirigiría de esta manera
a la campana:
"En honor de San Lorenzo, que la paz sea contigo de ahora en adelante, querida campana".
¿Porqué
San Lorenzo? Los arcedianos, como en este caso el donante Rodrigo
González, se encargaban, entre otras misiones, de las obras de caridad y
la administración de los bienes de la diócesis; San Lorenzo, mártir
en el siglo III, es nombrado por el Papa Sixto para administrar los
bienes de la Iglesia y el cuidado de los pobres, por lo que es
considerado el primer "tesorero" de la Iglesia. Seguramente el arcediano
leonés quería rendir tributo al primer diácono que, como él, se
encargaba de gestionar y gobernar el patrimonio eclesiástico.
Actualmente,
la campana de San Lorenzo está colgada de uno de los muros de la
Capilla de los Vacas, una de las salas-capillas del claustro de la
Colegiata de San Isidoro dedicadas al enterramiento de importantes
familias leonesas. Junto a ella, en el centro de la sala y dentro de una
vitrina, el "Gallo de San Isidoro" que posee sus correspondientes, aunque simples, paneles explicativos. La Laurentina simplemente tiene una escueta referencia: "Campana mozárabe. 1086". La campana más antigua de España, no muestra más reseñas.
Pero no solo su antigüedad la hace interesante. La Laurentina
no estaba situada en un templo o ciudad cualquiera de la Península, se
ubicaba en un lugar privilegiado y trascendental de la España que
iniciaba el segundo milenio. Se hallaba en la capital del Reino que
hacía frente al poder musulmán, y concretamente en el templo emblemático
de la ciudad en el que los reyes leoneses eligieron como lugar de
enterramiento. Pero también sobre el Camino de Santiago, en la torre del templo que controlaba la Puerta de Renueva de la muralla defensiva leonesa, la salida natural de la ciudad hacia el Oeste, hacia Compostela.
Desde en su otero en la torre de la Basílica,
la campana de San Lorenzo llamaría a prelados, nobles y reyes,
convocaría Concilios y Cortes, sería testigo de grandes hechos y
empresas, de excelsos enterramientos, celebraría hazañas, revelaría a
los leoneses peligros y riesgos, fijaría la liturgia y marcaría las
horas de la vida en
la ciudad. Pero a la vez, sería testigo del paso de generaciones y
generaciones de peregrinos que, desde los comienzos de la ruta
ancestral, pasarían por la ciudad de León, la capital del Reino, en dirección a Finis Terrae mientras escuchaban sus solemnes tañidos.
Ahora, desde el vacío claustro de San Isidoro
y cerca de cumplir 1000 años, solo puede esperar mejores tiempos y
escapar de la condena de olvido y de silencio obligado.
- La Laurentina. Capilla de Los Vacas, Claustro de San Isidoro de León.
- Campanilla votiva del abad Samson. Museo de Córdoba.
- "Anuncio a los pastores". Panteón Real de San Isidoro.
- "Los campaneros". Alexandre Gabriel Decamps.
- Traslado campanas de Santiago a Córdoba. Catedral de Santiago de Compostela.
- Grabado del regreso de las campanas a Compostela.
- "Wamba". Catedral del Salvador. Oviedo.
- "La Gorda". Catedral de Toledo.
- "La Mora". Museo, antes Catedral de Murcia.
- "La Campana de Huesca". José Casado de Alisal.
- Grieta en la Laurentina.
- Inscripción "San Lorenzo".
- Beato de Tábara (siglo X). Imagen campanario primitivo con dos campanas y campanero.
- Carrillón diatónico. Cantigas, siglo XIII.
- Claustro y torre de la Real Colegiata de San Isidoro de León.
- Carrillón martillo. Cantigas, siglo XIII.
- La Laurentina en su ubicación.
http://www.leonoticias.com/leon/campana-vibro-ante-20180524132308-nt.html
LA CAMPANA LEONESA QUE VIBRÓ ANTE EL CID
La Laurentina, que está considerada la campana más antigua de España, anunció el nacimiento del primer hijo del Cid Campeador al pueblo leonés y se encuentra en San Isidoro.
La campana Laurentina, que se encuentra en la Real Colegiata de San Isidoro, es una de las joyas que posee León, aunque para la mayoría de los leoneses sea un tesoro totalmente desconocido. Esta campana está considerada la más antigua de España y una de las más longevas de Europa.
Este artilugio está datado en la era 1124 lo que se corresponde con el año 1085. Mide 57cm de diámetro, 1, 75 metros de circunferencia y pesa unos 80kg. se conserva en buen estado pese a que una grieta importante impide su utilización «Normalmente las campanas tan antiguas no se conservan, porque cuando se rompen lo que se hace es fundirlas, en este caso no fue así porque lo monjes decidieron enterrarlas para que se pudiera conservar», explica Raquel Jaén González, directora técnica del museo de San Isidoro, quien sostiene que la conquista de Toledo por el rey leonés Alfonso VI pudo ser el motivo para la fabricación de este objeto. «cuya conservación se deba a algún tipo de significado de protección del ejercito leonés que le permitió alzarse con la victoria», asegura Jaén González.
Este tipo de campana tiene una especial simbología de protección apotropaica porque después de elaborarlas se hacía un ritual con ellas.Los eclesiasticos las limpiaban por dentro y por fuera con agua bendita, les hacían una bendición y para terminar, las ungían con el óleo. «De esta manera se consideraba que tenían un carácter proteccionista del lugar donde tocaban, y eran utilizadas para reunir al pueblo, avisar de un incendio, advertir el ataque de tropas enemigas».
El Cid
La leyenda cuenta que esta campana tocó cuando nació el hijo primogénito del Cid Campeador. «Sabemos que el Cid estuvo viendo en León, residiendo con su mujer doña Jimena que era una noble leonesa, concretamente en los aledaños de la plaza del Cid, según relata la tradición», apuntala la directora técnica del museo de San Isidoro.
En la actualidad, la campana laurentina, que debe su nombre a que está evocada a San Lorenzo, se encuentra en una de las salas del claustro de la Real Colegita de San Isidoro, junto a otro de los emblemas de esta basílica, el gallo.
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