Diecisiete campanas de bronce en la torre
Es el lugar más alto de Ponferrada. Más incluso que la torre de El Rosal, edificada a una cota más baja. Por eso no es extraño que el rectorado de la basílica de la Encina quiera abrir un mirador visitable en las dos plantas del campanario del templo, con una altura de 44,99 metros y una vista privilegiada sobre Ponferrada y el Bierzo Bajo. «Se ve hasta la cementera de Cosmos y Cacabelos», mostraba ayer Antolín de Cela.
En la torre repican 17 campanas, cinco de ellas antiguas, y una, con inscripciones en latín y griego, cuenta De Cela, del templo original. «La más querida es la campana María» —dice de la enorme pieza de bronce fundida en 1886— «que es la que tocaban en las celebraciones importantes, tanto civiles como religiosas». De Cela sube con este periódico hasta lo más alto del campanario.
«También estaba la campana del fuego, que sonaba cada vez que se incendiaba alguna casa en la villa y los vecinos sabían que avisaban para que sacaran los calderos de agua», añade el rector.
Las campanas, piezas importantes del patrimonio de la Encina, son, concluye de Cela, una mezcla de cobre y estaño «con briznas de plata o de cualquier otra aleación, dependiendo del campanero», que imprimía así su propio sonido al bronce.
