jueves, 28 de marzo de 2024

Matracas y carracas, los sonidos olvidados de la Semana Santa: El uso de la matraca en una procesión sirve de recuerdo de esa exposición (2010). Muestra que algo ha contribuido a la puesta en valor del instrumento en tierras leonesas y en la que, discúlpese la inmodestia, algo tuve que ver.

 

Imágenes de la réplica de la antigua carraca de la torre de la Catedral de León, hoy en el Museo de los Pueblos de León en Mansilla de las Mulas (León, España). Intervención en el acto celebrado el Miércoles Santo en el interior de la iglesia del Convento de San Francisco El Real de León, ante imposibilidad de efectuar la Procesión del Silencio (2024), por lluvia. 

https://www.portalinmaterial.cultura.gob.es/pci-nacional/toquecampanas/bibliografia.html

 


 

Reportaje | Marcelino Cuevas

Carracas, matracas y el oficio de tinieblas

El Museo Etnográfico recupera los sonidos olvidados de la Semana Santa

Matraca procedente de la Catedral de León que podrá verse en la exposición.

Matraca procedente de la Catedral de León que podrá verse en la exposición


León

19.03.2010   https://www.diariodeleon.es/cultura/100319/101586/carracas-matracas-oficio-tinieblas.html

Nadie acaba de de discernir si la turbamulta sonora de las tinieblas semansanteras es música o es ruido. Pero está claro que desde tiempos inmemoriales hay una serie de instrumentos que sirven para poner banda sonora a una noche en la que, desde la visión religiosa, no está permitido hacer soñar los metales, por lo tanto todos estos elementos están fabricados de madera.

Para Héctor Luis Suárez, comisario de la exposición Sonidos olvidados de la Semana Santa , que durante la semana de Pasión podrá verse en el Museo Etnográfico de León, situado en la localidad de Mansilla de las Mulas, «ésta es una oportunidad única para conocer de primera mano la enorme cantidad de instrumentos que se emplean a lo largo y ancho de España en este acto típico de la Semana Santa. En el museo habrá expuestos un total de ciento cincuenta ejemplares de carracas y matracas, procedentes especialmente de la provincia de León, pero también con una interesante representación de todo el país, incluso de la Islas Canarias».

En los instrumentos expuestos hay una parte que pertenece a los atesorados por diversas cofradías, como la Cofradía de la Veracruz y Confalón, de Astorga; la Cofradía de la Veracruz, de La Bañeza; la Cofradía del Santísimo Cristo y del Silencio de León y la Hermandad del Nazareno de Ponferrada, así como del museo de Joaquín Díaz en Urueña.

Hay otros, como la enorme matraca de la Catedral de León, de la que se presenta una copia realizada por la Escuela Taller. Y las restantes son copias exactas de los originales realizadas por dos artesanos leoneses, uno de Mansilla de las Mulas y otro de Cubillas de los Oteros.

El director del museo, José Ramón Ortiz, comenta a propósito de la muestra: «Para finales de este mes de marzo, coincidiendo con la Semana Santa, preparamos una exposición sobre algo muy sencillo, pero con importantes complicaciones funcionales y técnicas, como son las carracas y las matracas, y nosotros queremos trasladar su historia y su realidad al público, para que se vea que algo tan arraigado en la tradición ha tenido, incluso, una importante evolución».

El rito de las tinieblas. 

Aprovechando las sinergias de la muestra habrá también ante la puerta del museo una celebración, un rito, en el que estos instrumentos tradicionales serán los grandes protagonistas. «Celebraremos el rito de las tinieblas, que será el que dé razón de ser a la exposición. Y, aunque es un rito de origen litúrgico, se traslada también a la religiosidad popular. Su origen fue que durante la Semana Santa no podía haber sonido de metales, no pueden tocarse las campanas, entonces todas las llamadas que se hacen desde la iglesia se realizan con matracas, matracas de campanario que cubren con su sonido el silencio obligado de las campanas. Por su parte, las carracas, además del Oficio de Tinieblas, se emplean también en las procesiones. Nosotros, el día 27, en colaboración con el Ayuntamiento y las cofradías de Mansilla de las Mulas, la Banda de Música y el Coro, vamos a realizar una especie de representación de religiosidad popular, enfocada de manera cultural, para ampliar el contenido de la exposición. Y lo haremos en el exterior del museo».

«Organizaremos un cortejo procesional que al llegar ante la explanada del museo -”continúa-” incorporará el canto del Miserere y poco a poco se irán apagando las velas y sonarán las carracas y matracas en la calle, donde las han llevado las cofradías y hermandades de la Semana Santa». Sonidos olvidados que regresan con fuerza. Instrumentos populares que paulatinamente van quedando en el olvido y que ahora resucitan. Viejos oficios artesanos que reviven en las manos de artesanos leoneses.

Una muestra de folclore, de recuperación de la memoria popular, que nos brinda un Museo Etnográfico de León que, por cierto, tiene en su exposición permanente la mejor muestra del acervo cultural de esta tierra y que no es tan conocido y visitado como merece.


CULTURA
'Matracas y Carracas'
El Museo Etnográfico Provincial recupera los sonidos olvidados en Semana Santa / Matracas y carracas volverán a resonar este sábado en el 'rito de tinieblas 'que acogerá Mansilla de las Mulas
Bianca Suárez
El ‘retumbe’ de tambores y el repique de campanas forman parte de la banda sonora de la Semana Santa leonesa, pero antaño era el sonido de las matracas y las carracas, el característico en unas fechas en las que se encontraba prohibido el ‘ruido’ de metales durante los actos litúrgicos. Unos sonidos, que tras el concilio Vaticano II  quedaron progresivamente en deshuso y que ha querido recuperar  el Museo Etnográfico Provincial, que acogerá desde este viernes una exposición temporal y varias actividades encaminadas a promover el conocimiento y uso de las matracas y carracas.

El diputado de Cultura, Marcos Martínez y el  director del Museo Etnográfico Provincial, José Ramón Ortiz del Cueto  han presentado este miércoles el programa que se abrirá con la inauguración este viernes de la exposición ‘Matracas y carracas: Los sonidos olvidados de la Semana Santa’, una muestra gratuita, que ofrecerá hasta el 18 de mayo la posibilidad de conocer más de un centenar de piezas de originales y réplicas de matracas, carracas, tabletas y juguetes procedentes del propio fondo del museo provincial, de sus homólogos en Zamora o Lorenzana ; y de la ‘Colección de Reproducciones de instrumentos idiófonos hispanos’,  realizada por el artesano, Francisco Marcos, que se mostrará  por primera vez en la provincia.

Será además este coleccionista leonés quién se encargará de enseñar a aquellos interesados a construir sus propias réplicas de estos instrumentos dentro de una de las actividades que tendrán lugar el  sábado 27. ‘El taller didáctico de  Construcción de Matracas y Carracas’ que abrirá sus puertas a las 11 horas y al que podrán dirigirse incluso los niños. Ya a las 18 horas se mostrará ‘La Pieza del Mes’, la gran matraca de la catedral de León, una réplica de la original cuya exposición se completará con una charla  por parte del comisario de la exposición, Héctor Luis Suárez. Aunque el acto central del día será la recreación de un rito religioso caído en el olvido y que cuenta con las matracas y las carracas como elementos fundamentales.

‘El Oficio de las tinieblas’

Y es que durante muchos años fue tradición en la noche de Jueves Santo, que el sonido de estos instrumentos idiófonos pusiera banda sonora al acto litúrgico del ‘Oficio de las Tinieblas’, un rito religioso en el que todas las luces del candelero de la iglesia (cerca de 15 velas que representaban a los 11 apóstoles), se iban apagando progresivamente a medida que se leían los salmos, hasta que sólo quedaba encendido un sólo cirio, ‘El Miserere’, que simbolizaba la muerte de Jesucristo, y que marcaba el momento en el que los fieles inundaban el templo del sonido de carracas y matracas en reacción a la muerte de Jesucristo.

Una manifestación religiosa  que según explicaba Ortíz., ha pervivido gracias a las cofradías, aunque en la actualidad permanece como un acto "más popular que litúrgico". Serán precisamente las cofradías mansillesas las que volverán a representar el rito el  próximo sábado a las siete de la tarde en la explanada del Museo Etnográfico Provincial , con la colaboración de la Banda Municipal y el Coro de Mansilla de las Mulas.

El diputado de Cultura, Marcos Martínez (C) durante la presentación del programa


ALGUNAS REPERCUSIONES DE LA EXPOSICIÓN EN OTRAS HOMÓLOGAS

INSTRUMENTOS EN EL OLVIDO

Matraca, el instrumento olvidado

El Museo de Arte Sacro de Casarabonela conserva una de las pocas matracas en buen estado que hay en la provincia, que antes eran muy usuales

Antonio Campos sostiene la matraca que se conserva en Casarabonela y que ya está solo para exposición y, salvo el año pasado de forma puntual, no se utiliza.

Antonio Campos sostiene la matraca que se conserva en Casarabonela y que ya está solo para exposición y, salvo el año pasado de forma puntual, no se utiliza. J. S.

A buen seguro, alguna vez, nos han dicho o nos hemos dirigido a otra persona con la frase: «Deja de dar la matraca». Describe perfectamente a aquel que en un momento dado su parlamento o actividad resulta pesada, molesta, repetitiva, insistente con impertinencia.

No hace muchas décadas «La matraca» compartía espacio sonoro, en días de Semana Santa, con los golpes de las horquillas, el tintineo de cascabeles de los palios, saetas o marchas. Un instrumento fabricado con uno o varios tableros en los que se sujetaban una o varias argollas, aldabas o tiradores de algún mueble. Madera y hierro, similares elementos se usaron para clavar a Jesús en la cruz.

«Ésta es de cuatro argollas pero también las hubo de seis que eran para personas más diestras o corpulentas», relata Antonio Campos en el Museo de Arte Sacro de la iglesia de Santiago de Casarabonela, mientras sostiene la única pieza que se conserva en el pueblo «y creo que en muchos pueblos de alrededor».

También se encuentran cuadradas y en su versión más simple usando una sola pieza de madera con un orificio para agarrarla con argollas en ambos lados que el diácono hacía sonar con rápidos giros de muñeca. Este modelo de matraca se podía tocar con una sola mano.

Matracas por campanas. «Aquí, en Casarabonela se usaba el Viernes y Sábado Santo para avisar a los vecinos para misa. No se podían tocar las campañas por respeto a Cristo», recuerda Campos. «El año pasado, esta misma matraca, un joven del pueblo se empeñó tocarla por algunas calles. Cuando regresó dijo que ya no la sacaba más. Traía las manos destrozadas. Y es que es pesada y difícil de mover», afirma.Las formas de este desaparecido llamador para oficios en Semana Santa varían de una zona a otra de la geografía malacitana e incluso en la comunidad andaluza. La forma más habitual de la matraca malagueña estaba compuesta por tres tablas formando un triángulo desde el que pendían varias argollas de hierro en dos de sus tres lados.

Pero la matraca en otros pueblos también se comenzaba a hacer sonar desde el Jueves Santo a mediodía. «Justamente antes de almorzar» los vecinos de muchos municipios se sumaban en una profundo silencio y respeto porque según las escrituras en ese tiempo Jesús ya había sido prendido y «hasta el Sábado de Resurrección no volvían a tocar las campanas. Los monaguillos se ponían al principio de cada calle tocando la matraca para anunciar misa o una procesión», relata María Pérez Bermúdez de Alozaina. Había que estar atento a la voz del monaguillo que al finalizar el estruendo que emitía porque «comunicaba en voz alta el toque al que correspondía», cuenta Campos, «el primer toque tenía una duración corta y el tercero era más largo». Los más agudos, de esta forma, podían identificar el toque.

Durante el trabajo de investigación en los pueblos de la Sierra de las Nieves, este periódico encontró en El Burgo a uno de los monaguillos que de pequeño habían tocado una de estas matracas: «Me trae grandes recuerdos. Íbamos un grupo de muchachos monaguillos por todas las calles de El Burgo sonando la matraca. Cómo era tan complicado tocarla nos la turnábamos», rememora Agustín Pereña, quien hace un dibujo de la matraca que él conoció. Tras la conversación con Agustín Pereña y Rafael Meléndez, ambos hermanos de la hermandad del Nazareno, reiteran: «Nos comprometemos a recuperar la matraca y la tradición» para la Semana Santa de 2016, motivados por este reportaje que hoy ofrece La Opinión de Málaga. «El año que viene no van a sonar las campanas aquí, sonará la matraca», afirma el herrero Meléndez.

Las grandes matracas. Un sonido seco, duro, martilleante de porfía y pesadez sustituía el toque brillante y envolvente de las campanas de la iglesia en estos días. Pero las matracas, también conocidas como carracas, no solo se han conocido a pie de calle sonadas por diáconos, las llamadas matracas de mano. Los templos, catedrales, monasterios o conventos también disponían de este instrumento de insistente sonido que se instalaban por Semana Santa en los campanarios. En estas versiones las argollas o aldabas se sustituían, por lo general, por mazos de madera insertados en 4 tablas de madera dispuestas en forma de aspa -como la que hubo en la Colegiata de San Antolín, en Medina del Campo-. También las hubo formando un cubo, un hexágono o de forma circular. Las matracas de los campanarios tenían unas dimensiones tan grandes que se hacían rotar a través de un mecanismo giratorio movido por una o dos manivelas en todos sus diseños.

Claro ejemplo de una de estas piezas es la réplica de la que existió en la Catedral de León fabricada para la exposición Matracas y Carracas, los sonidos olvidados de Semana Santa.

Un instrumento, usado en los pueblos con asiduidad, que ha ido desapareciendo de forma silenciosa hasta llegar casi a su erradicación. Matraca, palabra derivada del vocablo árabe «tárag», cuyo significado es golpear. Aunque no se sabe con certeza su origen, se cree que la matraca o carraca fue introducida en España por los árabes con fines muy distintos a los que le dio el mundo cristiano.

Hay un grabado de este instrumento de percusión en el libro Gabinetto Armónico, un catálogo descriptivo de los instrumentos musicales de la Italia del siglo XVII escrito por el jesuita romano Filippo Bonnani.





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