miércoles, 30 de octubre de 2024

Textos

 

FERNÁNDEZ PEÑA, María Rosa: Las campanas. Transmisoras de la liturgia y de la fiesta religiosa (Madrid) en El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana. San Lorenzo del Escorial 2013, pp. 159-174. ISBN: 978-84-15659-13-6.


LAS CAMPANAS, SÍMBOLOS DE PODER Y RELIGIOSIDAD

El papel comunicador y transmisor de las campanas se inicia cuando son instaladas en lo alto de los templos cristianos, bien en pequeñas espadañas o en los propios muros. Esto es atribuido a san Paulino de Nola en el primer tercio del siglo V, en la región italiana de Campania, (lo cual también ha dado pie para pensar que de ella procede su nombre) pero aún transcurrieron dos siglos antes de ser aprobada, oficialmente, esta ubicación, concretamente en el 602 por el papa Sabiniano “quien ordena que se toquen las campanas para que los fieles sepan cuando se cantan en el templo las horas canónicas”9 . En la segunda mitad del siglo VIII el papa Eugenio mandó hacer un campanario en San Pedro de Roma para que sus campanas dieran avisos al clero y al pueblo 10.
Ya en los siglos XII y XIII se construyeron grandes campanarios o se aprovecharon en un principio las torres de defensa de las propias iglesias y en consecuencia se comienzan a fundir campanas mayores11. En la península ibérica, inmersa en las luchas entre musulmanes y cristianos, las campanas se convirtieron en símbolos de poder y el capturarlas era la señal de triunfo y la victoria. Se cita el ejemplo de Almanzor12 haciendo transportar a hombros de prisioneros cristianos las campanas de Santiago de Compostela a Córdoba (en el 997) donde fueron convertidas en lámparas de su mezquita. Y el retorno a su lugar de origen, dos siglos y medio después, a hombros de prisioneros musulmanes, tras la victoria de Fernando III el Santo.
...
En cuanto a la propia técnica para fundir las campanas al parecer la mayoría de estos maestros, conocían la obra de Teófilo Lombardo, del que se cree fue un monje que vivió entre los siglos XII y XIII y que en su obra De diversis artibus, un compendio de técnicas para desarrollar las diversas artes de su tiempo y concretamente en el libro III, afronta detalladamente el de la fundición y producción de campanas advirtiendo: “Si vas a hacer una campana consíguete primero un manual y haz el molde según lo que te haya enseñado”18.
Para la fundición de las campanas, en la época medieval, lo más habitual era que los maestros campaneros se desplazaran hasta los lugares en los que se construían las iglesias instalando allí sus talleres junto a la iglesia para evitar los costosos desplazamientos de las grandes piezas. En ocasiones si existían otras iglesias próximas se centralizaban todos los encargos en un solo taller. Se excavaban en el suelo y, una vez terminados los encargos, los maestros destruían los hornos y los moldes y los enterraban para así preservar el secreto de sus fórmulas de trabajo.
...

SIMBOLISMO Y LENGUAJE DE LAS CAMPANAS
Las campanas, tan grandes, tan altas, tan oscuras y sonoras han inspirado toda una literatura de mitos y leyendas. Transcribimos un párrafo de un artículo de César Justel:
“El padre Martín Mersenne, en el siglo XVI, empezó a estudiar el sonido como consecuencia de la relación entre diámetro, grosor y aleación empleada. Cada orden religiosa tenía no sólo una especial bendición para sus campanas, sino su aleación y su frecuencia. Así pues, las campanas de los benedictinos sonaban lo mismo en todas sus iglesias, aunque se encontraran muy alejadas unas de otras. Durante la Edad Media, los nobles solían donar plata para que las campanas tuvieran un sonido más claro, más ‘argentino’. Se creía que cada toque sería una llamada al cielo para que se acordara del donante. Muchas de ellas tenían inscripciones y conjuros para conseguir una mayor eficacia. Hay un viejo dicho en Asturias que dice: ‘No hay campana sin bruja’”20.
Será por eso que para que una campana pueda instalarse en un campanario con fines religiosos ha de ser necesariamente bendecida, “con un ritual que implica exorcismo, lavatorio, imposición de nombre, padrinaje, unciones, incienso, canto y lectura evangélica. Las campanas son eco de la voz de Dios, como así las define en sus Etimologías San Isidoro21.
También en su duro bronce se suelen grabar imágenes, símbolos religiosos e inscripciones devotas como las siguientes: “Laudo Deum verum, plebem voco, congrego clreum, defunctos plor, nimbum fugo, festas decoro” (“Yo alabo al Dios Verdadero, llamo al pueblo, reúno al clero, lloro a los difuntos, ahuyento a las nubes tempestuosas, doy lustre a las fiestas”). “Plaño en las exequias, quebranto los rayos, celebro con cantos los sábados, excito a los perezosos, disipo las tempestades, apaciguo las disputas cruentas”. La mayoría de estas inscripciones se inspiran en frases de los salmos pero también están sacadas del libro La leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine, obispo de Génova, cuya obra inspiró casi todas las obras artísticas medievales... incluso en el mundo de las campanas22.
Gulielmus Durando (1230-1296) humanista y eclesiástico francés definió las campanas como “símbolo de la predicación, como lo habían sido las trompetas anteriormente. Es por ello que son de bronce, una aleación dura y de sonido fuerte. El badajo simboliza la voz de los predicadores del Nuevo Testamento, por lo que será escuchado hasta el final de los tiempos, y en todos los rincones de la tierra”23.
Y también circulan numerosas leyendas de campanas que en un momento especial asumieron todo su protagonismo y repicaron solas bien anunciando victorias o derrotas, anunciando muertes o avisando peligros.
Otra perspectiva simbólica de las campanas fue que al ser consideradas como el reflejo de la voz divina su “menosprecio”, por parte de herejes y judíos, llegó a ser causa de denuncia ante los inquisidores que lo consideraron como una de las causas del proceso contra los enemigos de la religión24. Ser “menospreciadores de campanas” estaba tipificado como delito dentro de la categoría “Resabios de herejía” que cubría hasta dieciocho delitos de carácter religioso o civil25.


LOS SONIDOS DE LAS CAMPANAS
Mucho se ha escrito sobre los diversos sonidos de las campanas, pero nos remitimos a Ponga y Sánchez Barrios que dedican un capítulo de su libro al “Lenguaje de las campanas. Los toques y repiques”26. En él reconocen que es tema complejo pues varían según la categoría de las iglesias y de los lugares donde se encuentran. Lo cierto es que todos los toques responden a hechos importantes para los fieles y también para todos los vecinos del pueblo y de su entorno. En monasterios y conventos tenían sus propios toques para regular la vida monástica y comunicarse con el mundo exterior.
Las campanas anuncian la muerte con un lúgubre toque especial27 pero en muchos lugares se diferencia el número de toques: tres toques si es un hombre y dos si es una mujer. Si es un niño el fallecido el toque es alegre, pues la creencia popular es que el infante va derecho al cielo. En este último caso hay lugares (la Ribera del Orbigo leonés, por ejemplo) donde se unió una sencilla letra a este toque: “Bien vas, vas bien, pa la gloria vas”28. También las campanas tuvieron en un tiempo una misión muy especial: la de avisar la llegada “del nublo” y alejar la tormenta. En un mundo prioritariamente agrícola esto tenía una gran importancia y aunque no todos tenían claro si este toque especial alejaba la tormenta o por el contrario la propiciaba, el pueblo también le puso “letra” que decía así: “Tente nube, tente tú, que Dios puede, más que tú”29.
Un gran servicio era el prestado cuando desde los campanarios se alertaba de un peligro público, como fuegos, inundaciones. Entonces se tocaba “a rebato”. Y hay un toque muy entrañable “el toque de nueva vida” que se hacía cuando una mujer estaba en trance de alumbramiento; eran lentas campanadas para que todos rezaran por el nuevo ser que venía al mundo. En la catedral de Sevilla está registrado el toque del “parto laborioso” (Muliere in partu lavoranti) y que se detalla así: “Dáranse nueve golpes despacio con Santiago, de modo que entre golpe y golpe, por lo menos se pueda decir una Salve rezada despacio”30.
En Semana Santa y hasta el Domingo de Resurrección enmudecían las campanas y su sonido era sustituido por las matracas de madera instaladas en las torres de las iglesias importantes y por las carracas portadas por los propios fieles llamando a los oficios.
Y termina el capítulo con una seria advertencia “a la cada vez más extendida electrificación de las campanas, bien mediante cadenas que las hacen girar o bien mediante martillos exteriores que golpean el exterior del bronce. Estos sistemas sin duda más cómodos para los responsables de los templos, han acabado en muchos casos con los toques tradicionales efectuados por sacristanes y campaneros, y en el peor de los casos, han llegado a producir roturas y desperfectos prematuros en las campanas por no haberse realizado una correcta instalación”31.
[...]

Las campanas. Transmisoras de la liturgia y de la fiesta religiosa
María Rosa FERNÁNDEZ PEÑA (Madrid)
El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana,
San Lorenzo del Escorial 2013, pp. 159-174. ISBN: 978-84-15659-13-6.

No hay comentarios:

Publicar un comentario