jueves, 30 de abril de 2020

"Los Mayos" Campaneros en la provincia de León

La tradición de "los mayos" en algunas áreas de las comarcas de las Tierras Bañezanas en el último cuarto del S.XX han modificado las ancestrales maneras de expresión de esta celebración. Es decir, el simple y ancestral pelele de paja y forma antropomórfica que, siguiendo la costumbre, coronaba un alto fuste de arbol pelado y "pinao" o puesto en alto en la plaza o lugar relevante, ha mutado de lugar y función. Ha pasado en los pueblos del ayuntamiento de Santa Cristina de Jamúz  a situarse en solitario o junto a otros y ya con cara o cabeza cerámica -pues Jiménez es cuna de la alfarería-, en actitudes de descriptivismo teatral.    
Entre las escenas, figuras, trabajos y oficios evocados en varias ocasiones se ha encontrado "el campanero"

Jiménez de Jamúz. Mayo homenaje al campanero. Foto A. Rguez. Gentileza Diario de León 2 May 2019



Más información sobre esta celebración en la provincia leonesa
http://www.leonvirtual.org/fiestas/primavera/los-mayos/

martes, 7 de abril de 2020

Tocar "a Facendera"





TOCAR A FACENDERA


TOCAR A FACENDERA.
Hoy os presentamos este artículo de David Díez Llamas sobre una tradición leonesa como es el «Tocar a facendera», el trabajo colectivo por el bien común algo que en estos tiempos resulta de mucho interés.
En estos tiempos de turbulencias económicas y sociales social tal vez sea oportuno recordar la costumbre que en los pueblos de la Región Leonesa había de “tocar a facendera” para cubrir las necesidades que se podían tener en un momento dado.
Esa costumbre se basaba en la consideración de que a las cosas del común había de darles solución el común de los vecinos. Reflejaba una conciencia social que se extendía más allá de la propia individualidad. No se esperaba que la solución a sus problemas llegase desde las instituciones sino que ellos mismos eran parte activa en buscarlas y en ejecutarlas. Tal vez hoy todo ello contrasta con una posición excesivamente pasiva de una población que simplemente demanda a otros que solucionen sus problemas.
Hay que tener en cuenta que la decisión de las obras a ejecutar se decidía por los propios vecinos que iban a trabajar en “facerlas”. Además dichas obras se consideraban que no sólo eran beneficiosas para el conjunto del pueblo sino que también lo eran para cada uno de ellos. Es también una costumbre propia de un medio rural que permitía una capacidad de autogestión que es complicada que pueda darse en los ámbitos urbanos.
Sin embargo hay muchas lecciones que podrían derivarse de ese modo de proceder y que tal vez convendría aplicar al momento actual de crisis económica. El primero es el sentimiento de conciencia colectiva que llevaba a la participación activa en dar respuestas a las necesidades del medio social ya sea en un plano más local o general (también nos importan lo que acontece en cualquier lugar del mundo). El segundo es la necesidad de que sea la propia población la que determine que hacer, cuando hacerlo y como hacerlo. Por ello se hace necesario que las instituciones estén legitimadas socialmente para que puedan “tocar a facendera”. No sería comprensible que una institución como la Junta de Castilla y León que nace como imposición antidemocrática a la ciudadanía leonesa y a sus instituciones (votación de 20 a 4 de la Diputación de León contraria a la presencia leonesa en esa Junta) demande colaboración desde una autoridad carente de arraigo social. Diríamos que aquellos que dan parte de su tiempo y esfuerzo para mejorar el medio social, se han ganado el derecho a tomar decisiones sobre lo que se debe hacer y como habría que hacerlo.
Su carácter temporal y el convencimiento que “o lo hacían ellos o no lo hacía nadie” evitaba cualquier consideración que se llevase a pensar que esas facenderas iban a quitar puestos de trabajo a otras personas. Si las hacían era también por la falta de recursos de las instituciones para poder llevar a cabo esas obras. En este momento habría unas circunstancias que podríamos pensar que tienen bastante que ver con las de aquellos momentos. De hecho en algunos pueblos ya se ha empezado a revitalizar está costumbre.
No hay duda de que las facenderas en la Región Leonesa contribuyeron a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. En ello se dejaba ver también el valor del sacrificio y el esfuerzo por alcanzar esos objetivos. Diríamos que el medio social actual nos lleva a unos modos de conducta excesivamente acomodaticios. Por ejemplificarlo podríamos decir que es la sociedad en la que el mando a distancia evita que tengamos que levantarnos a cambiar de canal de televisión a apagarla o a encenderla. Los niños cada vez juegan más sentados con sus videoconsolas y las marcas buscan ganar mercado a través de la comodidad. Es también la civilización en la que la imagen gana peso frente a la lectura. Por eso recordar esos valores del esfuerzo en alcanzar objetivos sociales es algo especialmente importante en estos momentos. Esas personas sudaban y se sacrificaban por mejorar su pueblo. No esperaban sentados a que se lo solucionasen.
En el sentido de comunidad que se daba en la facendera no tenía en cuenta las ideas políticas de las personas que pudieran intervenir en la obra. En todo caso las diferencias se establecían por capacidad para ejecutar un determinado trabajo pero no por la ideología de las personas que intervenían en la obra. Se sabía que ello era de interés general para el pueblo y en función de ello se actuaba. Eso sí, se establecían obligaciones para que se respetase la voluntad general y evitar así que hubiera personas que no acudieran a esa llamada.
Podríamos decir que la facendera también se puede asociar a esa forma de ser de los leoneses que enlaza en alguna medida con las posiciones anarquistas que llevan a la “acción directa”.
El foso entre instituciones y ciudadanía es excesivamente grande. Es la clase política la que debe dar muestras de compromiso con la ciudadanía desde el ejemplo personal más que desde un debate ideológico que pudiera considerarse con excesivos tintes electoralistas. La confianza la depositamos fundamentalmente en personas. De ello pueden dar fe algunos alcaldes. Por eso mismo creemos que es más en el plano de las conductas y menos en el de las ideas donde debemos buscar ampliar ese marco de confianza. Desde un liderazgo que cuente con el reconocimiento social será entonces cuando se pueda efectuar un llamamiento a facendera como un instrumento efectivo de superación de los problemas actuales. Las lecciones del pasado nos pueden ayudar a construir un mundo mejor hoy.
David Díez Llamas
Sociólogo.
Podéis encontrar información sobre la actividad Facendera aquí
Las fotos provenientes de esta web 



MAS INFORMACIÓN TAMBIÉN EN 

lunes, 6 de abril de 2020

Campanas de los pueblos de la provincia de León en agradecimiento a los que luchan contra el Covid-19


Lario (León) repica las campanas en honor al personal sanitario

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 Echar las campanas al vuelo es un hecho que se realiza solamente para los actos solemnes tales como el día del patrón del pueblo o alguna boda que se celebre en la localidad.

Así con este gesto el pueblo de Lario se suma al agradecimiento de los que luchan contra la pandemia del Coronavirus.

Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía y vídeo: Borje Fernández

SOLIDARIDAD - CRISIS SANITARIA

Pueblos del Alto Porma repican las campanas en agradecimiento a los que luchan contra el Covid-19

 | de seguridad.

Con el gesto, esta zona de la Montaña Leonesa se suma al homenaje que toda España rinde a sanitarios, equipos de emergencia y cuerpos

Varios pueblos del Alto Porma de la Montaña Oriental Leonesa se unieron ayer domingo, desde las 12:00 horas, para tocar las campanas en señal de duelo por las víctimas de la pandemia y en reconocimiento de todos los que luchan contra el Covid-19.

Os dejamos algunos de los vídeos de este precioso gesto: 

PUEBLA DE LILLO:

SOLLE:

ISOBA
REDIPOLLOS
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía y vídeo: DDV



PROVINCIA

"Si nuestros aplausos no se oyen, que se oigan nuestras campanas"

(Con VÍDEO) Murias de Paredes desafía los inconvenientes de la España Vaciada con originales iniciativas llamando a quedarse en casa y de agradecimiento a todos los que luchan contra la pandemia.


ileon.com  | 06/04/2020 -

"Si nuestros aplausos no se oyen, que se oigan nuestras campanas". Con este claro mensaje, el municipio leonés de Murias de Paredes ha impulsado una original manera de dar las gracias a cuantos trabajadores están dándolo todo por luchar en tiempos de la pandemia del coronavirus.
La iniciativa parte de pueblos que viven el aislamiento rural de la que hoy se ha dado en llamar la España Vaciana. Pueblos con cada vez menos vecinos y sobre todo por culpa  de cada vez menos servicios esenciales.
Pero no por ello, como relata su alcaldesa, Carmen Mallo, los habitantes de este municipio leonés son menos a la hora de lanzar los mensajes que cada día a las ocho de la tarde lanzan todos los españoles desde sus ventanas y balcones.
El problema es que en Murias de Paredes son pocos y están alejados. De ahí la idea de hacer repicar las campanas de la iglesia como muestra de solidaridad, de agradecimiento y también para lanzar un mensaje esencial en estos días de confinamiento: Quédate en casa.


domingo, 5 de abril de 2020

Campana de ajusticiamientos en la ciudad de León





La Puerta de la Reina, el lugar de las ejecuciones en León a mitad del siglo XIX

En León las ejecuciones públicas en el siglo XIX se realizaban frente a la Puerta de la Reina, o sea, entre Independencia y Santa Nonia, en la actual calle de la Puerta de la Reina, cuya estructura arquitectónica hoy es la portada de la Audiencia Provincial. Pero el tañido del ahorcado se oía en la vieja y derribada torre del Hospital que había al lado de la iglesia de San Marcelo, en la plaza de Santo Domingo.

La antigua ubicación de la Puerta de la Reina, donde se ahorcaba en el siglo XIX en León.

Julián Robles / Javier Fernández-Llamazares | 04/04/2020

Hasta la mitad del siglo decimonónico, en el que el tinglado para castigar con pena de garrote vil casi estaba permanentemente montado en las ciudades, pues la ley era retributiva –ojo por ojo y diente por diente–, los indultos eran rarísimos y se buscaba, además de la ejemplaridad de la pena, la intimidación, cuidándose de anunciar la ejecución, para que no sólo de la ciudad, sino de toda la provincia, acudieran las gentes a presenciarla ante la Puerta de la Reina.
Unas ejecuciones que se contemplaban con el tañido lúgubre de la campana de la llamada Torre de Almanzor del antiguo Hospital de San Antonio Abad, que ocupaba parte del solar de la Casa Roldán pegada a la Iglesia de San Marcelo, durante todo el proceso de ajusticiamiento.
El viejo hospital de San Antonio Abad con la que llamaban Torre de Almanzor. Imagen: Saber.es

La decapitación y la horca eran los medios de ejecución habituales hasta la paulatina introducción del garrote en sus diversas modalidades (garrote 'noble', garrote 'ordinario', garrote vil). En 1775 el rey Carlos III prohibió la pena de muerte en la horca en favor de su aplicación mediante garrote vil.
Así contó una de esas ejecuciones el ilustrado periodista don José Pinto Maestro, director que fue, entre otros, de los periódicos 'León de España' y 'La Mañana':
Desde días antes comenzaban a llegar forasteros, que traían todos sus pequeñuelos, para que aprendieran en el trágico fin de los malvados a ser hombres de bien.
El día antes de la ejecución, los reos eran trasladados a la capilla de la Misericordia, en la calle que lleva su nombre.
Acompañábanle en aquel recinto sacerdotes y cofradías que tenían por fin tan piadoso objeto.
La iglesia, cubierta con paños negros y su altar en que la tembleteante [sic] luz de los cirios, ponían lívidos fulgores en la faz dolorosa de un cristo de la agonía, imponía y amedrentaba.
Ante el altar oraban los reos. Lúgubremente sonaban aquellos rezos contritos [llorosos] con que pedía perdón el protervo [condenado] a la divinidad indignada y misericordia para él [...]
A la puerta, un piquete de soldados contenía a los curiosos. De vez en vez la luna aparecía entre espesos celajes y sus rayos pálidos, arrancaban un saetazo de luz a las bayonetas.
Triste noche para la ciudad. En todos los ánimos, estaba obsesionante como una pesadilla, el espectáculo entrevisto a través de los hierros de la puerta de la capilla y el que al día siguiente se desarrollaría ante la Puerta de la Reina.
Antes de que amaneciera, las gentes invadían las calles. Más tarde, con terco y tenaz empeño, buscaban sitio en el lugar en que se alzaba el patíbulo. Hormiguero humano semejaba la muchedumbre, empujándose, gritando, atropellándose, abriéndose camino a empellones y puñadas. El griterío ensordecía. El sol dejaba caer áureos raudales de luz sobre la multitud, que se empinaba sobre la punta de los pies, para contar los palos hirsutos que se alzaban en el tablado, señalando las vidas que iban a extinguirse. El verdugo y sus ayudantes daban la última mano al escenario de la tragedia legal.
Subitante [sic] escuchábase un clamor. Todas las miradas volvíanse al sitio de donde partían los gritos.
Se acercaba una procesión terrible.
La fuerza pública empujaba a la muchedumbre a los lados de la carretera y aparecía el sentenciado cubierto con la vergonzante hopa [saco] de los ajusticiados, cabalgando en un asno, escoltado por las autoridades, jueces y golillas a quienes seguían las cofradías, que daban a la triste ceremonia el aspecto de un entierro.
El condenado, crispaba sus manos sobre un crucifijo...
"Creo en Dios padre todopoderoso"... decía el sacerdote que le acompañaba, con voz doliente.
"Creo en Dios padre todopoderoso"... repetía el cuitado [desventurado] con voz temblorosa.
Y así hasta que llegaban al pie del cadalso.
La multitud cesaba en su ulular cuando el reo se sentaba en el banquillo fatal. Cuando el verdugo se aprestaba a hacer funcionar el siniestro aparato, los padres aupaban a sus hijos para que vieran el terrible espectáculo y cuando el verdugo hacía jugar el instrumento y caía como una flor tronchada la cabeza del ajusticiado sobre el pecho, los padres daban a los infantes una tremenda y sonora bofetada, para que en sus memorias se grabara el terrible fin de aquel hombre a quien sus protervas [malignas] maldades llevaron a la horca.
Luego las gentes pugnaban por acercarse al tablado, para contemplar a su sabor el amoratado semblante del ajusticiado, con su boca crispada en mueca trágica, de la que pendía la lengua, y sus ojos que querían salir de las órbitas...
Y la campana de los ajusticiados, la campana del torreón del Hospital, que se alzaba en la plaza de Santo Domingo, [...] sonaba primero con el toque de agonizar, después el pausado, solemne y triste doblar de muerto...
El ajusticiado, para escarmiento de pícaros, permanecía aún expuesto, y bajo el sol, se cernían manadas de cuervos...
El espectáculo de la muerte, agudizado y encolerizado por el olor a sangre, inspiraba siempre profundas reflexiones; ante un cadáver, el hombre más valiente temblaba, y el hombre más incrédulo, por lo menos, dudaba. Esta crónica de la última ejecución en España, en 1893, de una mujer en Murcia, lo deja bastante evidente.
Nota: El lugar de ejecución en León en el siglo XIX estaba en la Puerta de la Reina, fachada que es a día de hoy la de la Audiencia Provincial de León y donde estuvo la Real Fábrica de Lencería (lienzos, hilaturas y alfombras) de León fundada por el rey borbón Fernando VI y su mujer Bárbara de Braganza, situada en la calle con el mismo nombre la entrada principal del Instituto Leonés de Cultura y la parte de atrás del Teatro Emperador, donde se construyó justo a finales de siglo 'La fábrica de la Luz', la primera estación eléctrica de la ciudad. El viejo Hospital de San Antonio Abad estaba al lado de la Iglesia de San Marcelo hasta 1922, cuando se trasladó a los altos de Navatejera justo al lado hoy del Hospital Universitario de León; y se puede saber de aquel viejo edificio de la plaza de Santo Domingo desde 1531 gracias a este artículo recopilado por Saber.es.